Siempre es difícil cuando perdemos algo
o a alguien que es muy importante para nosotros, sin embargo, en una vida donde
aspiramos a ser mejores cada vez y elevar nuestra calidad de vida, la muerte no
es el final de una etapa, sino el principio de otra. Hablar de muerte sigue
siendo hoy en día un tabú, un tema al que todos sabemos que estamos expuestos
pero que negamos su presencia en nuestra vida. Nos da miedo morirnos o perder
algo, es una realidad, sin embargo, si tomamos la perspectiva de la
transformación y nos permitimos ver un poco más allá del miedo, notaremos una
paz que “no es de este mundo” y obtendremos un renacimiento. Citando a Juan
12:24 “En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto.”
Estamos acostumbrados a identificarnos
con cosas de nuestro exterior, tanto, que al vernos en un espejo reflejados
decimos “ése soy yo”, cuando nos preguntan quiénes somos respondemos “soy
abogado”, “soy psicólogo”, “soy musulmán”, “soy mexicano”; si nos ven con
alguien y nos preguntan quién es, respondemos algo como “es un amigo”, “es mi
esposo”, “es un familiar”. La realidad es que todo eso son etiquetas con las
cuales nos identificamos e identificamos a las personas a nuestro alrededor, lo
cual no dice reamente quienes son o quienes somos, pero le aporta paz a nuestra
mente hasta el momento en que dejamos de identificarnos con ello o lo perdemos.
Cuando ese amigo, ese familiar, ese esposo o esposa se van ¿qué queda?... Nos
queda su recuerdo, su esencia, su presencia sutil, que realmente es eterna,
pero no nos aporta paz porque nuestra mente no relaciona esa energía sutil con
la presencia física de la persona, así que decimos “murió”, aunque solo se
transformó en algo más sutil que seguirá con nosotros hasta que la olvidemos.
Con la revolución tecnológica, la
presencia del marketing online y nuevas tendencias, la frase “renovarse o
morir” ha cobrado presencia muy fuerte en las empresas, sobre todo, pues la
presencia de internet nos abre un mundo de posibilidades en las que ya no es
tan necesario tener presencia física para poder vender o dar a conocer algún
producto o servicio. De forma inconsciente, nos estamos abriendo a la posibilidad
de un mundo no material al cual tenemos acceso en todo momento, y con el cual
podemos estar en contacto con personas situadas a kilómetros de distancia de
nosotros, tenemos la posibilidad de ganar dinero incluso cuando estamos
dormidos o de vacaciones, y sin la necesidad de tener una tienda física. Al
principio, nos costó trabajo adaptarnos a toda esta oleada de productos que no
eran para nada importantes ni necesarios en nuestro día a día, pero hoy nos
hemos transformado tanto, que vemos niños de un año con una Tablet que dominan
a la perfección. Aprendimos a vivir con algo que fue una novedad y que ahora es
algo fundamental, y quienes se resistieron a verlo así, los llegamos a ver como
personas fuera de lugar o empresas de muy bajo nivel.
Y no creas que estoy cambiando de tema,
es un ejemplo donde la muerte a las ideas anteriores dio paso a una renovación
planetaria, donde ahora podemos ver el mundo cada vez más pequeño y accesible,
con un potencial ilimitado. Visto desde ésta perspectiva, el tema de la muerte
no parece algo tan diabólico, quizá pueda hasta considerarse algo angélico,
pero cuando pronunciamos la palabra Muerte, pensamos automáticamente en el cese
de las funciones vitales y nos causa miedo, sobre todo si ya hemos pasado por
la muerte de alguien muy querido por nosotros, como un familiar o una mascota.
Tanto miedo y dolor nos causa que el hecho de ver la figura de un esqueleto o
la imagen de la llamada Niña Blanca, nos impone y evitamos todo este tema, lo
negamos, lo evadimos o simplemente hacemos como que no existe hasta que vuelva
a entrar en nuestra vida.
A veces creemos que cuando hablamos de
ello lo estamos atrayendo a nosotros o le estamos deseando la muerte a alguien,
cuando realmente podemos estar reflexionando sobre nuestra propia vida, el
hecho de que en algún momento dejaremos de estar como estamos ahora. Quizá por
ello también nos de miedo cambiar, porque inconscientemente relacionamos el
cambio con la muerte de algo a lo cual nos acostumbramos y nos podría resultar
doloroso dejar. Lo cierto es que la muerte es tan real como la vida, y de
hecho, negar la muerte sería lo mismo que negar la propia vida, pues ¿qué es la
vida sin la presencia de la muerte? ¿Cómo defines lo que es bueno sin la
presencia de lo que consideramos malo? ¿Qué sería de nuestro paso por ésta
realidad sin la esencia de la finitud?
En el desarrollo humano
existe una terapia que, desde tiempos inmemoriales lo usan los nativos con
diferentes nombres, pero que habla sobre morir y renacer. Desde algo tan simple
como escribir en un papel algo de lo cual te quieras liberar y quemarlo, hasta
rituales más complejos que recrean incluso el regresar al vientre materno para
después nacer otra vez, el objetivo de ello es deshacerse de todo lo que nos
bloquea y elevarnos a una perspectiva más alta donde no haya identificaciones
previas de la mente y lo material, para que descubramos lo poderosos e
ilimitados que somos. “Matar” a nuestro anterior yo permite que un nuevo Yo se
manifieste en nuestras vidas. Es nuestra perspectiva sobre la muerte lo que nos
causa un poco de temor, pues cuando tienes la confianza de que algo más grande
y mejor viene con ese “dejar atrás”, cuando aceptamos la realidad de nuestra
existencia limitada en éste mundo material, es entonces cuando nos permitimos
vivir una vida con sentido y significado, llena de alegría por hacer todo el
tiempo algo que nos gusta. Al final, como diría Facundo Cabral “Hay tantas
cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una
pérdida de tiempo.”
Te deseo paz más allá de todo entendimiento.
Alex Estrada
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